Cuando Seth Riney comenzó en 2003 un servicio de taxi de autos híbridos en Boston, el ingeniero aeroespacial  de 33 años no busco inversionistas privados. En cambio, encontró a un financiero más compatible: el mismo.

Riney cambio su camioneta pick up 2002 Dodge Dakota por un Toyota Prius. Mantuvo un empleo fijo y trabajo temprano en las mañanas y por las noches llevando a amigos y familiares dispuestos a pagarle el viaje. Luego de unos meses, ahorro dinero suficiente para contratar a su primer empleado y dar el pago inicial para otro Prius. A medida que su efectivo crecía, añadió más híbridos y más choferes.

Hoy, el negocio de Riney, Planet Tran, ha crecido y tiene flota de 35 híbridos y unos 75 empleados. Recientemente, expandió su servicio de taxi a San Francisco con la ayuda de algunos inversionistas. La compañía tuvo ingresos por $1.5 millones en 2006 y Riney espera que alcance los $4 millones este año. “Fue el tipo de negocio que pudo crecer orgánicamente sin gastar mucho dinero en las primeras fases” dice.

 Menos puede ser más

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